jueves, 28 de noviembre de 2013

La brecha de crecimiento entre América Latina y Estados Unidos

En 1700, luego de dos siglos de colonización, el ingreso per cápita en América Latina era de 521 dólares y en los territorios que más tarde conformarían Estados Unidos era apenas superior, 527 dólares. En el año 2000, el ingreso per cápita en Estados Unidos era de 28.129 dólares y en el promedio latinoamericano 5.844 dólares. Ambas regiones compartieron un nivel de partida similar pero la divergencia en las trayectorias de crecimiento condujo a que, a principios del siglo XXI, el ingreso promedio fuera cinco veces mayor en Estados Unidos que en Latinoamérica.
Estados Unidos es la principal potencia económica del planeta. Contribuye con la quinta parte del PBI mundial. Genera el 25 % de la producción industrial y es el principal productor mundial de alimentos. América Latina es la región más desigual del mundo y sólo superamos en crecimiento económico al Africa sub-sahariana.
¿Cuándo surgió la brecha?
El siguiente cuadro nos muestra la evolución de las tasas de crecimiento del PBI per cápita para diferentes períodos
Período A.Latina EEUU
1700 - 1820 0.22 0.73
1820 - 1870 0.05 1.38
1871 - 1929 2.02 1.87
1930 - 1980 1.89 2.20
1981 - 2000 0.36 1.98
Fuente: Angus Maddison, The World Economy: Historical Statistics , París OCDE (2003) (2)
Puede apreciarse que en el período 1820-1870 a América Latina le fue muy mal en comparación con Estados Unidos. En base a estas estimaciones es que la literatura sobre el tema concluye que la brecha se originó en el siglo XIX, luego de las guerras de independencia. En el período 1820-1870 el PBI per cápita de EEUU creció a una tasa de 1.38 % anual mientras que en América Latina caía al 0.05 % anual. Los procesos que condujeron a la independencia fueron extraordinariamente costosos. Las ventajas que podían esperarse con el fin del dominio colonial español, tales como las derivadas del libre comercio y del acceso al mercado internacional de capitales, tardaron bastante en convertirse en oportunidades reales. En cambio las desventajas del cambio de régimen se hicieron sentir en forma inmediata: el fin de la unión aduanera, el derrumbe del sistema fiscal, la fuga de capitales, la persistencia de las guerras civiles. Las cifras agregadas dan cuenta de la magnitud de estos problemas y su persistencia por medio siglo (la “larga espera” de los beneficios de la independencia al decir de Halperin).
Las naciones que surgieron a la vida independiente parecían estar en condiciones similares a las de América del Norte para aprovechar las nuevas tecnologías producto de la Revolución Industrial. Los países de América del Norte adoptaron estas tecnologías con éxito y se convirtieron ellos mismos en innovadores. América Latina se estancó y para 1900 el nivel de ingresos promedio en Estados Unidos era cuatro veces el de América Latina. No caben dudas que la divergencia económica fue muy rápida.
El período 1871-1929 fue el único en el que comparativamente le fue mejor a América Latina que a Estados Unidos. Fueron los años de la Primera Globalización y en ellos la brecha se redujo. Esto es más destacable aún si tomamos en cuenta que en esos 40 años de desarrollo pacífico que median entre 1870 y 1913, EEUU mantuvo y aumentó su liderazgo en términos de PBI real per cápita y productividad del trabajo respecto al resto del mundo desarrollado.
Entre 1930 y 1980 la divergencia no fue muy pronunciada. En particular, durante el auge de la industrialización sustitutiva de importaciones se registraron mejoras de productividad que condujeron a cerrar la brecha con los países líderes. Hoy en día está cambiando la valoración acerca de este período de la historia latinoamericana; la experiencia de las economías más avanzadas de América Latina admite una lectura en la que aparecen luces y sombras y de la que no se desprende una valoración exclusivamente negativa. Entre las primeras la diversificación productiva, el proceso de aprendizaje, la adaptación de la tecnología a las condiciones particulares de América Latina, la colaboración estrecha entre el sector privado y el sector público, la creación de instituciones de fomento y de apoyo tecnológico en diferentes áreas. la consolidación de una clase nacional de empresarios.
Finalmente, las últimas dos décadas del siglo XX, vieron aumentar significativamente la divergencia con la economía más importante del mundo.
En toda esta evolución hay un rasgo que se ha mantenido constante en América Latina: la extrema desigualdad del ingreso. Numerosos estudios respaldan la tesis de que la desigualdad es perjudicial para el crecimiento económico.
¿Con qué explicaciones contamos ?
¿Qué explicación ofrecen los economistas para entender las diferencias en tasas de crecimiento? Comparemos un trabajador boliviano con un trabajador de Estados Unidos . (3) El trabajador promedio de Estados Unidos genera un volumen de producción mayor que el boliviano porque opera con una tecnología más sofisticada. Además, puede aplicar a la producción un conjunto mucho más amplio de insumos como bienes de capital y máquinas. Adicionalmente, en promedio es más culto y más sano que el boliviano. Las diferencias en el ingreso per cápita se analizan en función de las diferencias en esos factores de producción: capital físico, capital humano y la productividad con la que estos recursos son utilizados.
Pero enseguida cabe preguntarse, ¿por qué algunas sociedades tienen más capital físico o mejor productividad que otras, o por qué algunas dedican más recursos a la educación?
Para comprender mejor el problema es útil clasificar los determinantes del crecimiento, tal como plantea Rodrik, en determinantes “próximos” y fundamentales. Las variables que contribuyen más o menos directamente a la expansión de los volúmenes de producción son las que identificamos como determinantes próximos: la acumulación del capital físico, la acumulación del capital humano y el crecimiento de la productividad. Ahora bien, hemos aprendido que si bien la acumulación de capital físico y la creciente calificación del trabajo aparecen como determinantes centrales del crecimiento, ellas sólo explican una parte de la variación observada entre países. Los cambios en productividad tienen una gran influencia, lo que resalta los mecanismos a través de los cuales se genera conocimiento y éste se aplica a la producción.
Hay un dato básico, si no se acumulan recursos no se puede crecer. Pero eso no es todo, tenemos que avanzar en la búsqueda de los determinantes de esa acumulación, los factores que afectan su productividad, las interacciones entre diferentes economías.
Las explicaciones más fundamentales pueden alinearse en tres teorías que ponen el acento en diferentes aspectos: la geografía, las instituciones y la cultura.
La geografía refiere a las ventajas y desventajas impuestas por la ubicación física de un país (latitud, proximidad de aguas navegables, clima). La geografía juega un importante papel como determinante del ingreso al determinar la cantidad y calidad de los recursos naturales con que cuenta una economía. La geografía puede determinar la tecnología disponible, sobre todo agraria. El clima y la latitud ejercen influencia directa en la cantidad y calidad del capital humano. La geografía también afecta el crecimiento por su influencia en la integración de un país a la economía mundial (los costos de integración serán mucho más altos para un país remoto).
Las instituciones refieren a las normas y reglas que determinan los incentivos y limitaciones que enfrentan los individuos en una sociedad. Estos van desde el sistema legal hasta los partidos políticos, los derechos de propiedad, los marcos regulatorios, y juegan un importante papel en promover u obstaculizar el desarrollo económico. Pueden ser económicas o políticas, formales o informales. La forma en que los seres humanos organizan la vida en sociedad es la que determina la trayectoria de crecimiento. Algunas formas de organización impulsan a los individuos a innovar, a tomar riesgos, a ahorrar para el futuro, a encontrar mejores maneras de hacer las cosas, a aprender y educarse, a resolver los problemas de la acción colectiva. Otras formas de organización no lo hacen. Las buenas instituciones económicas son las que aseguran los derechos de propiedad y le brindan acceso a los recursos económicos a una parte importante de los actores de una sociedad generando incentivos para invertir y participar en la vida económica. Otro elemento clave de la hipótesis institucional es la limitación a las facultades de las élites, los políticos y otros grupos de poder para expropiar los bienes o inversiones de otros agentes sociales.
La cultura refiere a los valores y creencias de una sociedad. La idea de que la cultura tiene una influencia fundamental en el desempeño económico estaba, por ejemplo, en la base del planteo de Max Weber en cuanto a que la reforma protestante tuvo un papel destacado en el desarrollo del capitalismo. David Landes es otro autor que maneja una explicación de raíces culturales. La diferencia de desarrollo entre el norte y el sur de América se debe al contraste entre los países colonizadores. Como consecuencia de la influencia católica , España estaba atrasada respecto a los países anglosajones en términos de incentivos a la innovación, cultura política y tolerancia. Estos elementos tuvieron influencia decisiva en el desarrollo posterior.
La literatura más reciente enfatiza la interacción entre todos estos fundamentos, con énfasis en las variables endógenas como las instituciones, mas que en las exógenos como la geografía. Para la teoría de las instituciones la geografía no es un destino, las buenas instituciones pueden contribuir a superar los problemas que plantea la geografía. Las instituciones varían con el tiempo, son construcciones históricas. Es por ello que la herencia pasada condiciona fuertemente la trayectoria de crecimiento.
Una explicación institucional a la brecha entre Estados Unidos y América Latina es la que sostienen Acemoglu, Jhonson y Robinson. Para estos autores el origen de la brecha se encuentra en las instituciones que instauró o adoptó el colonialismo europeo. En algunas colonias los europeos crearon buenas instituciones y en otras no. Todas esas instituciones tendieron a perdurar. La pregunta que surge es por qué razón los europeos crearían instituciones económicas diferentes en diferentes países. La respuesta que dan los autores es la más simple, los europeos siempre eligieron las instituciones que más convenían a sus intereses.
En 1492 Bolivia y Perú albergaban civilizaciones más ricas y complejas que cualquiera de las existentes en América del Norte. Las regiones más avanzadas no eran Canadá, Estados Unidos o el Cono Sur. ¿Qué factores provocaron que “cambiara la suerte” (reversal of fortune) de estas regiones?. La regularidad que encuentran es que aquellas zonas previamente ricas y densamente pobladas terminaron con peores instituciones.
¿Por qué ocurrió así?
Las instituciones económicas en las colonias fueron moldeadas por los europeos para su propio beneficio. Era más probable que los europeos introdujeran o mantuvieran instituciones económicas que les aseguraran la extracción de recursos en aquellas zonas donde podrían beneficiarse de la extracción de recursos. Estos recursos incluían oro y plata, materias primas, alimentos pero fundamentalmente mano de obra abundante. En aquellas zonas con gran población indígena existían grandes oportunidades para explotar a dicha población ya sea mediante tributos, impuestos o trabajo forzado en minas o plantaciones
Este tipo de colonización era claramente incompatible con instituciones que le brindaran amplios derechos (civiles o económicos) a la mayoría de la población. Por tanto, una civilización más compleja con gran densidad de población hacía más rentable introducir instituciones económicas de peor calidad. Por otra parte, el proceso se reforzaba porque los conquistadores establecían un conjunto de instituciones políticas destinadas a consolidar su poder.
Al contrario, en lugares poco poblados y con pocos recursos para explotar y donde los europeos eran la mayoría de la población, tenían interés en establecer instituciones que defendieran sus derechos de propiedad. En América del Norte los colonizadores europeos fracasaron en su intento de esclavizar a la población nativa, un clima y geografía favorables impulsaron el asentamiento de europeos en gran número, la preponderancia de las explotaciones familiares y una distribución inicial más equitativa de los recursos. Las instituciones económicas terminaron brindando acceso a la tierra a amplias capas de la sociedad; el sistema jurídico era relativamente imparcial asegurando los derechos de propiedad a pequeños propietarios y potenciales inversores. También hubo aquí sinergia entre las instituciones políticas y las económicas creando, en este caso, un círculo virtuoso.
Las instituciones económicas son endógenas. En el planteo de Acemoglu, Johnson y Robinson la dinámica es la siguiente: las instituciones políticas y la distribución de los recursos determinan las instituciones económicas que rigen en determinado momento. Estas instituciones económicas determinan el desempeño económico y la distribución de recursos del siguiente período. El elemento clave es la distribución del poder político en la sociedad. Las instituciones políticas configuran el poder político formal, pero el poder político real lo determina la forma en que se distribuyen los recursos y la riqueza de una sociedad. Esto a su vez determina el tipo de instituciones económicas y la evolución de las instituciones políticas en el futuro. De esta construcción institucional dependerá el desempeño económico. Los conjuntos de instituciones tienen consecuencias distributivas y las que generan subdesarrollo pueden ser muy redituables para ciertos grupos sociales. Lo que persistirá no son las instituciones concretas sino el equilibrio político subyacente. Aun cuando las instituciones económicas y políticas puedan cambiar, aún cuando las élites vigentes sean desplazadas, pueden llegar a mantenerse los incentivos subyacentes que dieron origen al equilibrio anterior.
La historia de América Latina presenta numerosos ejemplos de cómo las divisiones sociales conducen a conflictos políticos que establecen un clima de inseguridad nocivo para el crecimiento. La inestabilidad política es vista aquí como una consecuencia natural de una sociedad en la que las instituciones económicas generan grandes rentas para los poseedores del poder político.
Los cambios institucionales de los últimos dos siglos en América Latina pueden comprenderse mejor a la sombra de las instituciones coloniales. Lo que esta teoría busca explicar es la perduración de la falta de garantías sobre los derechos de propiedad, la ausencia del Estado de Derecho, las desigualdades sociales, la falta de límites al ejercicio del poder político y la concentración de ese poder en manos de un sector relativamente reducido de la población. Esas fueron las instituciones que caracterizaron a América Latina en la época colonial y esas características han perdurado en los siglos XIX y XX.
La explicación institucional es relevante no porque se haya convertido en ortodoxia sino porque genera polémica y estimula el debate. Un elemento que no se ha mencionado es el de la interacción entre estos dos arreglos institucionales diferentes al norte y al sur de América a lo largo de los últimos doscientos años. La brecha también depende de esa interacción, en particular los arreglos institucionales que la principal potencia del mundo ha sabido impulsar en relación con su “backyard”.
¿Qué podemos hacer al respecto?
El fenómeno del crecimiento es altamente complejo. No hay lugar para explicaciones simples y directas. La ciencia económica seguirá avanzando por el empedrado camino de comprender las interrelaciones exitosas entre los distintos determinantes buscando incorporar las especificidades de cada país y rescatar los senderos de crecimiento pasados.
En este marco es importante destacar que crecimiento no significa desarrollo. Este último se emparenta con los mecanismos por el que los frutos del crecimiento, condición necesaria, se distribuyen en la sociedad. En América Latina, que muestra la mayor desigualdad en la distribución del ingreso de todo el mundo, esta distinción es clave. La evolución de los últimos veinticinco años, donde el aumento de la desigualdad entre países y entre regiones de un mismo país es la regla y donde la convergencia parece cada vez más lejana, nos plantea desafíos urgentes.
La historia del continente ha sido la de la repetición de los viejos defectos en términos de insuficiente inversión en capital humano, malas instituciones y mal formuladas y aplicadas políticas económicas.
Las reflexiones anteriores dan indicaciones acerca de cuáles pueden ser algunos elementos relevantes para cerrar la brecha con Estados Unidos: a) las políticas, b) las instituciones y c) la estructura social. En ese marco podemos concluir que se requerirá un menú que combine buenas políticas económicas, reforma institucional y políticas sociales que apunten a solucionar los problemas de salud y educación y permitan atacar la extrema desigualdad.

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