La
brecha de crecimiento entre América Latina y Estados Unidos
En 1700, luego de dos siglos de colonización, el ingreso per cápita en
América Latina era de 521 dólares y en los territorios que más tarde
conformarían Estados Unidos era apenas superior, 527 dólares. En el año 2000,
el ingreso per cápita en Estados Unidos era de 28.129 dólares y en el promedio
latinoamericano 5.844 dólares. Ambas regiones compartieron un nivel de partida
similar pero la divergencia en las trayectorias de crecimiento condujo a que, a
principios del siglo XXI, el ingreso promedio fuera cinco veces mayor en
Estados Unidos que en Latinoamérica.
Estados Unidos es la principal potencia económica del planeta. Contribuye
con la quinta parte del PBI mundial. Genera el 25 % de la producción industrial
y es el principal productor mundial de alimentos. América Latina es la región
más desigual del mundo y sólo superamos en crecimiento económico al Africa
sub-sahariana.
¿Cuándo surgió la brecha?
El siguiente cuadro nos muestra la evolución de las tasas de crecimiento
del PBI per cápita para diferentes períodos
Período A.Latina
EEUU
1700 - 1820 0.22 0.73
1820 - 1870 0.05 1.38
1871 - 1929 2.02 1.87
1930 - 1980 1.89 2.20
1981 - 2000 0.36 1.98
Fuente: Angus Maddison, The
World Economy: Historical Statistics , París OCDE (2003) (2)
Puede apreciarse que en el período 1820-1870 a América Latina le fue muy
mal en comparación con Estados Unidos. En base a estas estimaciones es que la
literatura sobre el tema concluye que la brecha se originó en el siglo XIX,
luego de las guerras de independencia. En el período 1820-1870 el PBI per
cápita de EEUU creció a una tasa de 1.38 % anual mientras que en América Latina
caía al 0.05 % anual. Los procesos que condujeron a la independencia fueron
extraordinariamente costosos. Las ventajas que podían esperarse con el fin del
dominio colonial español, tales como las derivadas del libre comercio y del
acceso al mercado internacional de capitales, tardaron bastante en convertirse
en oportunidades reales. En cambio las desventajas del cambio de régimen se
hicieron sentir en forma inmediata: el fin de la unión aduanera, el derrumbe
del sistema fiscal, la fuga de capitales, la persistencia de las guerras
civiles. Las cifras agregadas dan cuenta de la magnitud de estos problemas y su
persistencia por medio siglo (la “larga espera” de los beneficios de la
independencia al decir de Halperin).
Las naciones que surgieron a la vida independiente parecían estar en
condiciones similares a las de América del Norte para aprovechar las nuevas
tecnologías producto de la Revolución Industrial. Los países de América del
Norte adoptaron estas tecnologías con éxito y se convirtieron ellos mismos en
innovadores. América Latina se estancó y para 1900 el nivel de ingresos
promedio en Estados Unidos era cuatro veces el de América Latina. No caben
dudas que la divergencia económica fue muy rápida.
El período 1871-1929 fue el único en el que comparativamente le fue mejor a
América Latina que a Estados Unidos. Fueron los años de la Primera
Globalización y en ellos la brecha se redujo. Esto es más destacable aún si
tomamos en cuenta que en esos 40 años de desarrollo pacífico que median entre
1870 y 1913, EEUU mantuvo y aumentó su liderazgo en términos de PBI real per
cápita y productividad del trabajo respecto al resto del mundo desarrollado.
Entre 1930 y 1980 la divergencia no fue muy pronunciada. En particular,
durante el auge de la industrialización sustitutiva de importaciones se
registraron mejoras de productividad que condujeron a cerrar la brecha con los
países líderes. Hoy en día está cambiando la valoración acerca de este período
de la historia latinoamericana; la experiencia de las economías más avanzadas
de América Latina admite una lectura en la que aparecen luces y sombras y de la
que no se desprende una valoración exclusivamente negativa. Entre las primeras
la diversificación productiva, el proceso de aprendizaje, la adaptación de la
tecnología a las condiciones particulares de América Latina, la colaboración
estrecha entre el sector privado y el sector público, la creación de
instituciones de fomento y de apoyo tecnológico en diferentes áreas. la
consolidación de una clase nacional de empresarios.
Finalmente, las últimas dos décadas del siglo XX, vieron aumentar
significativamente la divergencia con la economía más importante del mundo.
En toda esta evolución hay un rasgo que se ha mantenido constante en
América Latina: la extrema desigualdad del ingreso. Numerosos estudios
respaldan la tesis de que la desigualdad es perjudicial para el crecimiento
económico.
¿Con qué explicaciones contamos ?
¿Qué explicación ofrecen los economistas para entender las diferencias en
tasas de crecimiento? Comparemos un trabajador boliviano con un trabajador de
Estados Unidos . (3) El trabajador promedio de Estados Unidos genera un volumen
de producción mayor que el boliviano porque opera con una tecnología más
sofisticada. Además, puede aplicar a la producción un conjunto mucho más amplio
de insumos como bienes de capital y máquinas. Adicionalmente, en promedio es
más culto y más sano que el boliviano. Las diferencias en el ingreso per cápita
se analizan en función de las diferencias en esos factores de producción:
capital físico, capital humano y la productividad con la que estos recursos son
utilizados.
Pero enseguida cabe preguntarse, ¿por qué algunas sociedades tienen más
capital físico o mejor productividad que otras, o por qué algunas dedican más
recursos a la educación?
Para comprender mejor el problema es útil clasificar los determinantes del
crecimiento, tal como plantea Rodrik, en determinantes “próximos” y
fundamentales. Las variables que contribuyen más o menos directamente a la
expansión de los volúmenes de producción son las que identificamos como
determinantes próximos: la acumulación del capital físico, la acumulación del
capital humano y el crecimiento de la productividad. Ahora bien, hemos
aprendido que si bien la acumulación de capital físico y la creciente
calificación del trabajo aparecen como determinantes centrales del crecimiento,
ellas sólo explican una parte de la variación observada entre países. Los
cambios en productividad tienen una gran influencia, lo que resalta los
mecanismos a través de los cuales se genera conocimiento y éste se aplica a la
producción.
Hay un dato básico, si no se acumulan recursos no se puede crecer. Pero eso
no es todo, tenemos que avanzar en la búsqueda de los determinantes de esa
acumulación, los factores que afectan su productividad, las interacciones entre
diferentes economías.
Las explicaciones más fundamentales pueden alinearse en tres teorías que
ponen el acento en diferentes aspectos: la geografía, las
instituciones y la cultura.
La geografía refiere a las ventajas y desventajas impuestas por la
ubicación física de un país (latitud, proximidad de aguas navegables, clima).
La geografía juega un importante papel como determinante del ingreso al
determinar la cantidad y calidad de los recursos naturales con que cuenta una
economía. La geografía puede determinar la tecnología disponible, sobre todo
agraria. El clima y la latitud ejercen influencia directa en la cantidad y
calidad del capital humano. La geografía también afecta el crecimiento por su
influencia en la integración de un país a la economía mundial (los costos de
integración serán mucho más altos para un país remoto).
Las instituciones refieren a las normas y reglas que determinan los
incentivos y limitaciones que enfrentan los individuos en una sociedad. Estos
van desde el sistema legal hasta los partidos políticos, los derechos de
propiedad, los marcos regulatorios, y juegan un importante papel en promover u
obstaculizar el desarrollo económico. Pueden ser económicas o políticas,
formales o informales. La forma en que los seres humanos organizan la vida en
sociedad es la que determina la trayectoria de crecimiento. Algunas formas de organización
impulsan a los individuos a innovar, a tomar riesgos, a ahorrar para el futuro,
a encontrar mejores maneras de hacer las cosas, a aprender y educarse, a
resolver los problemas de la acción colectiva. Otras formas de organización no
lo hacen. Las buenas instituciones económicas son las que aseguran los derechos
de propiedad y le brindan acceso a los recursos económicos a una parte
importante de los actores de una sociedad generando incentivos para invertir y
participar en la vida económica. Otro elemento clave de la hipótesis
institucional es la limitación a las facultades de las élites, los políticos y
otros grupos de poder para expropiar los bienes o inversiones de otros agentes
sociales.
La cultura refiere a los valores y creencias de una sociedad. La idea de
que la cultura tiene una influencia fundamental en el desempeño económico
estaba, por ejemplo, en la base del planteo de Max Weber en cuanto a que la
reforma protestante tuvo un papel destacado en el desarrollo del capitalismo.
David Landes es otro autor que maneja una explicación de raíces culturales. La
diferencia de desarrollo entre el norte y el sur de América se debe al
contraste entre los países colonizadores. Como consecuencia de la influencia
católica , España estaba atrasada respecto a los países anglosajones en
términos de incentivos a la innovación, cultura política y tolerancia. Estos
elementos tuvieron influencia decisiva en el desarrollo posterior.
La literatura más reciente enfatiza la
interacción entre todos estos fundamentos, con énfasis en las variables
endógenas como las instituciones, mas que en las exógenos como la geografía.
Para la teoría de las instituciones la geografía no es un destino, las buenas
instituciones pueden contribuir a superar los problemas que plantea la geografía.
Las instituciones varían con el tiempo, son construcciones históricas. Es por
ello que la herencia pasada condiciona fuertemente la trayectoria de
crecimiento.
Una explicación institucional a la brecha
entre Estados Unidos y América Latina es la que sostienen Acemoglu, Jhonson y
Robinson. Para estos autores el origen de la brecha se encuentra en las
instituciones que instauró o adoptó el colonialismo europeo. En algunas
colonias los europeos crearon buenas instituciones y en otras no. Todas esas instituciones
tendieron a perdurar. La pregunta que surge es por qué razón los europeos
crearían instituciones económicas diferentes en diferentes países. La respuesta
que dan los autores es la más simple, los europeos
siempre eligieron las instituciones que más convenían a sus intereses.
En 1492 Bolivia y Perú albergaban
civilizaciones más ricas y complejas que cualquiera de las existentes en
América del Norte. Las regiones más avanzadas no eran Canadá, Estados Unidos o
el Cono Sur. ¿Qué factores provocaron que “cambiara la suerte” (reversal of
fortune) de estas regiones?. La regularidad que encuentran es que aquellas
zonas previamente ricas y densamente pobladas terminaron con peores
instituciones.
¿Por qué ocurrió así?
Las instituciones económicas en las colonias
fueron moldeadas por los europeos para su propio beneficio. Era más probable
que los europeos introdujeran o mantuvieran instituciones económicas que les
aseguraran la extracción de recursos en aquellas zonas donde podrían
beneficiarse de la extracción de recursos. Estos recursos incluían oro y plata,
materias primas, alimentos pero fundamentalmente mano de obra abundante. En
aquellas zonas con gran población indígena existían grandes oportunidades para
explotar a dicha población ya sea mediante tributos, impuestos o trabajo
forzado en minas o plantaciones
Este tipo de colonización era claramente
incompatible con instituciones que le brindaran amplios derechos (civiles o
económicos) a la mayoría de la población. Por tanto, una civilización más compleja
con gran densidad de población hacía más rentable introducir instituciones
económicas de peor calidad. Por otra parte, el proceso se reforzaba porque los
conquistadores establecían un conjunto de instituciones políticas destinadas a
consolidar su poder.
Al contrario, en lugares poco poblados y
con pocos recursos para explotar y donde los europeos eran la mayoría de la
población, tenían interés en establecer instituciones que defendieran sus
derechos de propiedad. En América del Norte los colonizadores europeos
fracasaron en su intento de esclavizar a la población nativa, un clima y
geografía favorables impulsaron el asentamiento de europeos en gran número, la
preponderancia de las explotaciones familiares y una distribución inicial más
equitativa de los recursos. Las instituciones económicas terminaron brindando
acceso a la tierra a amplias capas de la sociedad; el sistema jurídico era
relativamente imparcial asegurando los derechos de propiedad a pequeños
propietarios y potenciales inversores. También hubo aquí sinergia entre las
instituciones políticas y las económicas creando, en este caso, un círculo
virtuoso.
Las instituciones económicas son
endógenas. En el planteo de Acemoglu, Johnson y Robinson la dinámica es la
siguiente: las instituciones políticas y la distribución de los recursos
determinan las instituciones económicas que rigen en determinado momento. Estas
instituciones económicas determinan el desempeño económico y la distribución de
recursos del siguiente período. El elemento clave es la
distribución del poder político en la sociedad. Las instituciones políticas
configuran el poder político formal, pero el poder político real lo determina
la forma en que se distribuyen los recursos y la riqueza de una sociedad. Esto
a su vez determina el tipo de instituciones económicas y la evolución de las
instituciones políticas en el futuro. De esta construcción institucional
dependerá el desempeño económico. Los conjuntos de instituciones tienen
consecuencias distributivas y las que generan subdesarrollo pueden ser muy
redituables para ciertos grupos sociales. Lo que persistirá no son las
instituciones concretas sino el equilibrio político subyacente. Aun cuando las
instituciones económicas y políticas puedan cambiar, aún cuando las élites
vigentes sean desplazadas, pueden llegar a mantenerse los incentivos
subyacentes que dieron origen al equilibrio anterior.
La historia de América Latina presenta
numerosos ejemplos de cómo las divisiones sociales conducen a conflictos
políticos que establecen un clima de inseguridad nocivo para el crecimiento. La
inestabilidad política es vista aquí como una consecuencia natural de una
sociedad en la que las instituciones económicas generan grandes rentas para los
poseedores del poder político.
Los cambios institucionales de los últimos
dos siglos en América Latina pueden comprenderse mejor a la sombra de las
instituciones coloniales. Lo que esta teoría busca explicar es la perduración
de la falta de garantías sobre los derechos de propiedad, la ausencia del
Estado de Derecho, las desigualdades sociales, la falta de límites al ejercicio
del poder político y la concentración de ese poder en manos de un sector
relativamente reducido de la población. Esas fueron las instituciones que
caracterizaron a América Latina en la época colonial y esas características han
perdurado en los siglos XIX y XX.
La explicación institucional es relevante
no porque se haya convertido en ortodoxia sino porque genera polémica y
estimula el debate. Un elemento que no se ha mencionado es el de la
interacción entre estos dos arreglos institucionales diferentes
al norte y al sur de América a lo largo de los últimos doscientos años. La
brecha también depende de esa interacción, en particular los arreglos
institucionales que la principal potencia del mundo ha sabido impulsar en
relación con su “backyard”.
¿Qué podemos hacer al respecto?
El fenómeno del crecimiento es altamente
complejo. No hay lugar para explicaciones simples y directas. La ciencia
económica seguirá avanzando por el empedrado camino de comprender las
interrelaciones exitosas entre los distintos determinantes buscando incorporar
las especificidades de cada país y rescatar los senderos de crecimiento
pasados.
En este marco es importante destacar que crecimiento
no significa desarrollo. Este último se emparenta con los mecanismos por el que
los frutos del crecimiento, condición necesaria, se distribuyen en la sociedad.
En América Latina, que muestra la mayor desigualdad en la distribución del
ingreso de todo el mundo, esta distinción es clave. La evolución de los últimos
veinticinco años, donde el aumento de la desigualdad entre países y entre
regiones de un mismo país es la regla y donde la convergencia parece cada vez
más lejana, nos plantea desafíos urgentes.
La historia del continente ha sido la de
la repetición de los viejos defectos en términos de insuficiente inversión en
capital humano, malas instituciones y mal formuladas y aplicadas políticas
económicas.
Las reflexiones anteriores dan
indicaciones acerca de cuáles pueden ser algunos elementos relevantes para
cerrar la brecha con Estados Unidos: a) las políticas, b) las instituciones y
c) la estructura social. En ese marco podemos concluir que se requerirá un menú
que combine buenas políticas económicas, reforma institucional y políticas sociales
que apunten a solucionar los problemas de salud y educación y permitan atacar
la extrema desigualdad.
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